artículo la SGAE

¿Alguna vez se han descargado una película, han intentado leer un libro en Internet o simplemente han puesto un disco en presencia de otras personas?

Si la respuesta es sí estarían cometiendo el delito de adquirir cultura gratuitamente, o como la SGAE diría un delito de piratería contra los derechos de autor. De esta forma pueden llegar a cobrarle un tanto por ciento por poner la radio o la televisión en un lugar público o, un detective contratado por la SGAE podría infiltrarse en su boda y multarle por el simple hecho de tocar una canción; tal y como ocurrió hace unos años en Sevilla. Estos son solo unos ejemplos que demuestran que la cultura esta empezando a ser un bien privado y condicionado por el siempre gran controlador: el dinero.
Las entidades defensoras de los derechos de autor bombardean al público con información falaz y tendenciosa, aproximando al internauta al linde ideológico de un asesino o un violador.
Por lo tanto, según estas leyes, debemos limitar la cultura a nuestra situación económica, convirtiéndose ambas en dos variables directamente proporcionales.
“Los grandes grupos multimillonarios protestan contra la piratería porque teniendo sus bolsillos llenos de dólares preferirían, ya puestos, que estos rebosaran. Los grupos pequeños (cuyos intereses si me merecen el mayor de los respetos) no tienen la base de sus ganancias en los discos porque ustedes, señores de las discográficas que nos señalan con el dedo, se quedan con casi todos los beneficios que originan, sino que la tienen en los conciertos que desde que existe la distribución de sus obras por Internet se han multiplicado en asistencia exponencialmente y, con ello, también sus ingresos.” Argumenta David Bravo, abogado especialista en propiedad intelectual y derecho informático; recalcando en sus numerosas entrevistas que producir y repartir copias sin ánimo de lucro no es un delito.
Si esto aun no les ha hecho recapacitar, bienvenidos al gran barco pirata llamado España.